martes, 23 de junio de 2009

WOODY ALLEN, o cómo hacer un cine inteligente.

La obra de Allen se fragmenta en piezas que crean pequeños puzles (lleva 40). Puzles que a su vez forman parte de un rompecabezas y que algunos llaman filmografía. El problema es que las distintas piezas tienen una mano artesanal común y muchas veces resulta imposible colocar la pieza en su lugar correspondiente. Si piensan que me equivoco prueben a ubicar alguno de sus diálogos "allenianos" favoritos en la correspondiente película… difícil, ¿verdad?

Ahí se encuentra la fuerza de Woody Allen. Sus no seguidores -no quiero creer que tenga detractores- lo acusan de repetir siempre los mismos personajes y situaciones. Por el contrario, sus incondicionales encuentran en la visión de sus obras no una reiteración sino una personalidad, una autoría. De hecho los cambios de género, tonos y formas de narrar son bastante más variadas en Allen de lo que muchos creen.

La trayectoria del director siempre me ha parecido como esas enormes autopistas, cada vez más globalizadas, que tienen cientos de kilómetros y 4 o 5 carriles. Estas toneladas de asfalto parecen siempre la misma. Más aún si cada cierto tiempo encontramos las mismas gasolineras, los mismos restaurantes de comida rápida, incluso los mismos imbéciles emulando a Fernando Alonso. Esto sucede con las películas de Woody Allen, parecen siempre la misma carretera. Pero el error es agachar la cabeza y mirar sólo al coche de delante mecánicamente.

Lo interesante de la autopista son las salidas. Los desvíos a esos pequeños pueblos donde encuentras a personajes pintorescos, lugares extraordinarios y sobre todo situaciones cómicas y dramáticas en sitios desconocidos fuera de la rutina de la carretera. A veces el director sólo baja a mear o echar gasolina, nos encontraríamos ante sus películas más previsibles. Pero otras muchas ocasiones el coche se desvía, se mete por carreteras secundarias, caminos bacheados, incluso pincha y debe cambiar la rueda. Son viajes más inolvidables, con mayores experiencias y donde se encuadran las obras geniales del cómico americano.

Otro rasgo importante es que aunque se pierda por el camino-intencionadamente, o no- los personajes de Woody Allen casi siempre vuelven a la rutinaria autopista. Es difícil encontrar protagonistas que cambien radicalmente en los guiones del autor de Manhattan. La búsqueda de respuestas tiene como solución nuevas o mayores dudas, la supuesta evolución de los personajes es casi una involución.

Sin duda, al menos para mí, estamos ante uno de los genios del siglo XX (y XXI) un tipo creador de un micro-género dentro de la comedia, un cómico que considera al espectador igual de inteligente que él mismo y un cineasta que cuando se distancia de lo cómico sigue rayando a mucha altura.

Más que un director que hace reir es ante un ensayista y filósofo audiovisual que disecciona a la sociedad y sus miembros desde su aspecto más externo (superficial) hasta lo más privado de sus existencias. Aquellos que disfrutamos de su cine tenemos una cita anual, aquellos que no lo hacen se pierden una de las cosas por las que merece la pena vivir.

2 comentarios:

  1. filósofo audiovisual...amigo hombrecillo documentado (ni hombrecillo ni documentado), esta alocución me la quedo...y por supuesto, no pienso citarte.

    ResponderEliminar
  2. No dudo que el Sr. Allen sea un genio. Es cierto que tiene películas que me parecen verdaderas obras maestras pero hay otras que no consigo ubicar en mi limitada mente. Una vez le dije esto mismo a un amigo y me contestó: "¿Qué duda te queda? Acabas de decir que tiene películas grandes... sólo por eso, no puedes decir que no te gusta."

    Desde entonces intento no hablar de Woody Allen para no ser apedreado por sus "no seguidores" (sic) y lapidado por sus seguidores, que más de una vez me habían escuchado dudar de él.

    ResponderEliminar

También te puede interesar...

Related Posts with Thumbnails