domingo, 7 de febrero de 2010

EL CANT DEL OCELLS o cómo disfrazar de cine la nimiedad (Segunda Parte)

Además del color, Albert Serra arroja, sobre su peculiar obra, otros mecanismos manufacturados que parecen salir de un kit de Cómo hacer cine de vanguardia comprado en un todo a cien. Entre otros, Serra incluye en torpes dosis: la ausencia total de música incluso en los créditos (exceptuando un par de minutos), los diálogos prácticamente inaudibles o la utilización sólo de luz natural (¡hola cine dogma!). También, la participación de actores no profesionales y el rodaje mayoritario en exteriores y con un diseño artístico diáfano (¡qué palabra tan necesaria para los modernitos!).

Otro apunte: planos largos, en tiempo y escala. Priman los generales (amplios) frente a los P.P. (primeros planos, del rostro de los actores) y la duración de cada plano suele ser de entre 2 y 4 minutos. De hecho, hay una toma en la que los personajes principales empiezan a andar en primer término hasta más allá de unas dunas, salen de imagen y al rato vuelven a desandar el mismo trayecto. No pasa nada más, y el plano se aguanta 6 minutos.

Además, es bueno recordar que el gran poder del cine es el primer plano, frente a la imposibilidad del teatro. Por tanto, asistimos a una planificación y decisión de montaje no comercial o no habitual, donde el plano contemplativo, reposado, sugerente pretende servir de nexo entre la intención del autor y la reflexión que debe crearse en el espectador. Pero una vez más, esta atrevida premisa se convierte en una hueca intención de emular a directores como Bergman, Dreyer o Kim-Ki-Duk que sí han demostrado que la quietud absoluta y duradera de un plano general puede proyectar: lirismo, inteligencia y/o sensibilidad; más allá del aspecto narrativo.

Y hablando de historia. El mito de los tres reyes magos sirve de coartada para montar una serie de escenas, la mayoría sin diálogos y donde no pasa nada. Ya sabemos qué va suceder debido a nuestro conocimiento sobre dicho mito. No añade nada nuevo. No hay originalidad en cómo se narran las cosas, los diálogos pretenden ser novedosos debido a que los personajes hablan cómo tres tipos vulgares pero, de nuevo, se queda en algo impostado, forzado. El mito narrado da para contar multitud de peripecias posibles en ese viaje. Pero nada. Albert Serra, no sabe/no contesta.

Los planos yuxtapuestos de Serra son: pesados, artificiales, insustanciales, inconexos e impertinentes. Provocan hastío, aburrimiento y que te salgas de la supuesta historia. Son una serie de meras fotografías con cierto movimiento interno que son tan bellas como independientes. Conforman una especie de video arte que podría estar en ciertos museos (¡allá ellos!) pero nunca venderse como cine. Sólo de pensar que alguien ha pagado 6 euros por ver esto…



Todas las características mencionadas hasta el momento no son criticables per se. Se han utilizado a lo largo de la historia de manera brillante sin resultar cargantes ni aburridas que es, en definitiva, lo más característico de esta obra audiovisual. La nouvelle vague, el neorrealismo italiano, David Linch, Tarkovsky o Lars Von Trier han explorado aspectos visuales y de producción igual o más heterodoxos sin caer en el absurdo injustificable y con una idea detrás.En nuestro país también tenemos francotiradores arriesgados en sus propuestas que buscan e innovan: los Guerín, Portabella o Medem te pueden convencer más o menos pero siempre intuyes inteligencia trás sus decisiones. Por lo tanto, se debe apostar por lo distinto, pero sin dejarnos timar.

En definitiva, Albert Serra no hace cine. No es cineasta. No sé lo que hace pero no son películas. Intento contener la decepción y el enfado con el que acabé tras el visionado de El cant dels ocells -estados de ánimo que ya aparecieron con Honor de caballería- pero no puedo evitar decir que este personaje quiere tomarnos el pelo.Por supuesto, toda visión que rebata este drástico punto de vista será bienvenida en The Dry Pack.

El tiempo pone a cada uno en su lugar y más que a Serra, que no es más que un vendedor charlatán de crece-pelo, ese tiempo colocará en una incómoda tesitura al selecto grupo de críticos y demás mentes privilegiadas que han apostado por un impostor. El caso contrario sería terrible. Supondría la ascensión de este tipo de cine a los altares y, en consecuencia, la aparición constante de discípulos. Aunque la obviedad del engaño, el truco de brocha gorda, me hace ser optimista. Tengo la impresión de que el cant del ocells pronto se convertirá en un canto del cisne.

6 comentarios:

  1. no seré yo quien discrepe con tu punto de vista... sin haber visto la película, me aventuro a decir que estoy 100% de acuerdo contigo

    ResponderEliminar
  2. Yo ya empiezo a pensar, incluso, que ni siquiera la fotografía es tan digna como a priori parece y es una parte más de su impostura pero... ¡¡y lo que nos reiremos cuando alguien estrene el documental de investigación sobre los modernillos que se tragaron el personaje de Albert Serra!!

    ResponderEliminar
  3. Vaya! Creo que la próxima vez que lea el nombre del tal Serra en una cartelerá saldré corriendo en un acto reflejo de mi subconsciente.

    ResponderEliminar
  4. He leído tu crónica en dos partes sobre "El cant dels ocells" (utilizo las comillas porque no hay opción de cursiva) y me parece interesante tu punto de vista, aunque no lo comparto. No seré yo quien en un foro como éste alabe las virtudes, si las tuviera o tuviese, de Albert Serra como cineasta, pero sí me gustaría situar el debate en torno a la libertad de creación. Sin duda, y creo que en esto no hay mucha discusión, vivimos un momento de extraordinaria uniformidad, univocidad, estandarización... de modelos cinematográficos, de historias narradas, de efectos pre, durante o post. En eso hay tropel. En ese sentido, que haya alguien que rompe con eso y que plantea un modo de cine como contemplación, que rompe con claridad los grandes mitos de la narración (de los cuales el cine es deudor) y que se interese por el simple paso de una nube por una loma o el anochecer lentísimo que parece que nunca llegue, sin duda puede entenderse como una boutade, pero yo quiero ver también una intención de transgredir los modelos arcaizantes... Pero seguro que soy más bien un optimista incorregible que otra cosa... Salud y enhorabuena por el blog.

    ResponderEliminar
  5. ¡¡Al fin un punto de vista discordante!!. Bien, Álvaro, se agradece.

    Lo que se trata, en mi opinión, es de dilucidar si esa intención romántica, diferente, original... se persigue o se impone.

    Creo que Serra es valiente pero su valentía está plagada de viejas novedades muy bien disfrazadas. De todas maneras le otorgo la medalla de crear y provocar el debate, la duda y el posicionamiento. Y eso es un gran mérito.

    Bienvenido, espero que este humilde blog pueda contar en más ocasiones con los prestigiosos comentarios de un optimista incorregible.

    SALUDOS

    ResponderEliminar
  6. ¿Para cuándo una entrada sobre Garci?

    ResponderEliminar

También te puede interesar...

Related Posts with Thumbnails