domingo, 7 de marzo de 2010

PASSWORD

Supongo que todos los lectores conocen el concurso de Cuatro cuya mecánica es adivinar una clave (password) con la utilización de palabras-pista que faciliten a nuestro cerebro la asociación entre éstas y la palabra-clave.

Así, por ejemplo, un concursante debe provocar que su pareja diga "música" y para ello utiliza "instrumento", "canción", "armonía". El truco está en saber rebuscar en nuestro almacén de ideas para transmitir al otro, de la manera más reconocible y reconocida para la gran mayoría, las relaciones entre los vocablos referencias y la palabra referente. En la última parte, estas pistas se acotan a sólo tres por lo que la selección de las palabras-pista exige que haya la máxima relación posible.


Pues bien, llevemos al terreno de los nombres propios esa parte final del juego; sencillo, pero muy divertido y revelador. Los medios de comunicación ayudan a seleccionar esas tres pistas respecto a los personajes famosos, populares, conocidos. De tal forma, en el imaginario colectivo tenemos tan presentes los adjetivos, sustantivos e incluso verbos aplicados a las personas mediáticas que si yo dijera a día de hoy: "ex-presidente, bigote, peineta" pocos de nosotros no diría "Aznar". Y si utilizara "cejas, talante, crisis" el apellido "Zapatero" nos aparecería en la lengua casi sin esfuerzo. Es decir, la imagen proyectada vence a la personal, está más extendida y es más fácil de asociar.

Las etiquetas de los medios son muy difíciles de quitar y se demuestra que con sólo tres palabras (por suerte o desgracia) se puede definir toda la complejidad de una persona. Lo paradójico es que tras años dedicados a alguna actividad y siendo, en ocasiones, una persona diferente a la imagen creada en el ruedo público, ciertos personajes vienen a nuestro pensamiento por tres palabros asociados a su persona como un pequeño leitmotiv (música asociada a un personaje en una película) definitorio y de las cuales no se pueden despegar.

Ahora piensen en ustedes. ¿Qué tres palabras facilitarían su identificación? El primer paso es desechar todos los atributos generales que contemplan a la gran mayoría de los humanos. Utilizar "bueno o malo", "simpático o gruñón”, “alto o bajo" no ayuda. A demasiadas personas se les pueden aplicar, en mayor o menor grado, estos adjetivos tan genéricos y poco ajustados. Hay que apuntar mejor, aunque reconozco que es muy difícil. Primero, porque para encontrar sólo tres palabras uno debe distinguirse de los demás, ser original; ser especial o tener algo especial. Y segundo, debido a que la imagen que nosotros creemos transmitir se aleja de la idea que los demás tienen de nosotros.

En conclusión, mucha gente se pasa la vida queriendo pasar desapercibido, mimetizarse con el resto, ser aceptado. Formar parte de una especie de hermandad exclusiva, no tanto por estar "in" sino por no estar "out". Pero ese empeño provoca la difuminación personal, no transmitir un valor por ti mismo. Obliga a pasar desapercibido, al anonimato y lo que es peor: que cuando alguien tenga como PASSWORD tu nombre se quede sin ideas y nadie, nadie, pueda reconocerte con tan sólo tres palabras.

3 comentarios:

  1. Muy interesante reflexión. Este programa me ha enganchado siempre que lo he visto y he de reconocer que alguna vez lo he jugado con algún amigo, eso si, siempre acompañado de un buen efluvio espirituoso.
    Creo que es un error intentar ser radicalmente distinto y particular (hasta eso es mainstream en la sociedad de hoy) o intentar pasar desapercibido deliberadamente. Tenemos que aceptarnos y ser nosotros mismos, y haciendo eso, unos pasaremos desapercibidos porque está en nuestra naturaleza, otros nos distinguiremos sin asumir todo el protagonismo y otros seremos los que seamos tan reconocibles que igual nadie se quiera acercar a nosotros. Pero en definitiva, seremos todos personas.

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  2. Tu última frase es perfecta para el nuevo villancico de Navidad cantado por artistas unidos por la causa.

    Un saludo, asiduo lector.

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  3. Últimamente me he dado cuenta que de tanto intentar ser diferente a los demás desde mi adolescencia me he vuelto tradicional en el más rancio sentido de la palabra: marido, casa, perro... Es algo que ocurre mucho, tomamos decisiones en función de lo transgresores que seremos cuando sería mucho más interesante dejarse llevar a ver que pasa.

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